sábado, 11 de diciembre de 2010

Noviembre de sombras y soles


El mes de noviembre del 2010, ha sido completamente Sui Generis, muchas cosas malas han pasado, perdí a la fuente más grande de sabiduría que unía a mi familia, mi Abuela Elita, gran mujer que hasta los últmimos momentos disfrutó cada uno de los segundos que pudo, es increíble ver esa vitalidad que ponía para hacer las cosas, cómo amaba a sus hijos y cómo dedicó su vida completamente a que ellos sean felices. Fue la impulsadora para que en la familia existan, músicos, escritores, pintores, poetas, lectores voraces, melómanos, cinéfilos y uno q otro como yo q trata de hacer algo x el arte, aunque sea en los tiempos libres. Ya quisiera yo ser el 10% de lo que fue ella, y aprovechar y disfrutar así la vida. Algún día si puedo explicaré con más detalles lo grande que fue.

A semana seguida que falleció, mi padre entró en urgencias del hospital, dándonos un susto feísimo, por suerte después de todo, ahora anda sentado frente a su televisión viendo sus pelis favoritas.

Es increíble como se dan las cosas: en los últimos momentos que mi abuelita se peliaba con el destino para seguir brindándonos su bondad, yo me encontraba recibiendo el visto bueno para comenzar a trabajar en otro lugar y con eso librarme del jugo de #cruela y su obsesión por no hacer nada más en la vida que trabajar. Cuando salí de la entrevista y me enteré lo que estaba pasando con mi abuela, me puse a pensar de que sirve tener una vida si uno no la va a disfrutar?, de que me sirve estar 12 a 14 horas diaras en un trabajo? si los sueños y objetivos planteados desde que uno era chamo, no los vas a cumplir, de que sirve tener gustos y cosas, si quedan quedan colgadas en la percha . Las obligaciones hacen que los sueños se desvanezcan de a poco y nos convierten en robots que simplemente cumplimos con nuestro deber de vivir, porque no nos queda otra alternativa.

Chao Elita



Así que cuando regresé al trabajo, lo primero q hice fue renunciar. #cruela casi se muere, en un principio hasta me ofreció una mejor oferta, pero desistí ganándome su desprecio. Lastimosamente para ella, yo todavía sigo creyendo en mí

Seguiré tratando de seguir con mis sueños. por que el tiempo mejor invertido es el que lo desperdiciamos los soñadores.

Ahora ando en mi nuevo trabajo, si bien extraño muchas cosas del anterior, sobretodo los consejos y charlas de mi jefa buena gente, sigo ahí, pero con la diferencia que el tiempo es mío y es custión mía ver como lo desperdicio.

Con más razón todavía les hago participe la continuación del relato de Úrsula Buendía

Camino al trabajo II parte

Antes de partir, como era costumbre colocó el cassette “Grandes éxitos para el”, en el equipo de sonido, lo rebobinó y dio clic en play.

Negros tus cabellos cubrían tu cuerpo
tan llena de amor te vi bailando
otro te abrazaba otro te besaba
pero eras a mi a quien mirabas,
cara de gitana dulce apasionada
me diste tu amor como una espada

Cantaba con todas sus fuerzas, a ratos los gritos eran tan fuertes que, si no hubiera sido por las láminas de seguridad adosadas a los cristales de auto, los alaridos hubieran sido escuchados en la totalidad del parqueadero.
Una vez encendido el automóvil, enfocó sus energías en recordar el incidente con el guardia de seguridad. Con esto su estado de animo volvió al nivel más alto, ocasionando que sacara el auto del parqueadero en 15 minutos, una hazaña en comparación a los 25 o 30 minutos habituales.


El trayecto desde la casa hacia el trabajo, era extenso sumándose a éste, la cautela y dificultada para manejar de Úrsula, ocasionaba que, si deseaba llegar a tiempo al trabajo, debía salir con una hora y media de antelación desde su casa, caso contrario llegaría atrasada.

Mientras se dirigía al trabajo se decía:- Que barbaridad no entiendo cómo es posible que exista gente de esa calaña trabajando en un condominio tan exclusivo como éste.
Sentada en el BMW que en su vida habría de ponerle tercera marcha, no perdía de vista el camino y a momento debía quitarse los lentes para desempañarlos. El tráfico se encontraba pesado, y si a eso se le sumaba la lentitud para conducir de Úrsula, el caos empeoraba. Para no escuchar los pitidos de los autos encolados a sus espaldas, alzaba el volumen todo lo que podía.


Voy a llenarte toda, toda.
lentamente y poco a poco.
con mis besos
voy a llenarte toda, toda.
y a cubrirte con mi amor
todo tu cuerpo


Para que uno paga tanto por exclusividad, ¿para qué?, yo no soy una mujer que va a estar tolerando ese tipo de comportamiento, no debo, una Buendía ¡jamás!. Espero no encontrarme con el administrador cuando regrese, porque sino me va a escuchar. Con cada nueva palabra la intensidad de su voz aumentaba, de tal manera que, los sonidos que salían del equipo, se fueron escondiendo detrás de la voz de Úrsula, hasta que finalmente el ambiente fue conquistado por sus gritos.
Como si estuviesen sincronizados, los rayos de sol se desvanecían con los nuevos gritos de Úrsula, de a poco una densa capa de nubes negras invadió el panorama de la carretera. De por sí, a Úrsula no le gustaba conducir, y peor cuando la lluvia invadía sus dominios.
Era gracioso ver cómo se comportaba en esos casos, la gran mujer segura de si misma, luchadora incansable por sus metas y convicciones, se convertía en una pequeña niña, asustada, sin voz, sin distancia, simplemente una más en el charco de renacuajos.

De a poco las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el parabrisas del auto. Úrsula seguía gritando, su concentración era total -¡jamás! Toleraré ese tipo de comportamiento, ya se lo he dicho al administrador, debe aplicar mano dura, debe aplicar mano dura, este tipo de gente no entiende de otra manera. En algunos momentos el velocímetro superaba los 40 Km/h pero de golpe regresaba a los 20 o 30 Km/h habituales, haciendo que aumentara la ira del resto de conductores y cada vez que alguno podía rebasarla, se deleitaban gesticulando varias de las más grandes y universales frases creadas para demostrar la antipatía de los seres humanos.


El frío invadía el interior del auto, las gotas eran más contundentes, solamente cuando el parabrisas se empañó completamente y la lluvia había cubierto el espectro, Úrsula se dio cuenta de lo que estaba sucediendo,

Si ves un pajarito
en el invierno frío
protégelo, cobíjalo,
contágiale el calor
mi amor talvez sea yo
quizás ?? soy yo
recordaras así era yo.


Los gritos habían cesado, la música regresaba y las gotas de lluvia adquirían mas fuerza. Úrsula se encontraba desconcertada, había sido tanta la excitación anterior que no sabía cómo proseguir, condujo varios minutos sin activar las plumas del auto y limpiaba con una franela los vidrios empañados del mismo.
Antes de que comenzará a llover, Úrsula se encontraba sentada frente al volante. Ahora estaba completamente pegada a él, se le hacía imposible divisar el camino. Por más que trataba, no conseguía concentrarse en el mismo, los lentes prácticamente topaban el parabrisas. El velocímetro había disminuido de 40 Km/h a 20 Km/h, lo que había ocasionado ira de mayores magnitudes en el resto de los conductores, los pitos e insultos eran más fuertes. Con cada nuevo metro recorrido, el stress de conducir aumentaba en Úrsula, si bien ya se había dando cuenta de encender las plumas y el desempañador del parabrisas, la intensidad de la lluvia se había incrementado. Cada vez se le hacía más difícil mantener el auto en rumbo así que decidió frenar de golpe el auto y esperar a que la lluvia escampe.
La gente debía rodear el auto para poder pasar, a Úrsula no le importaba nada, había llegado a estar en un estado de tensión tal, que prefería un par de insultos más; antes que seguir conduciendo, volvió a subir el volumen del equipo de sonido y recostó a 45 grados sobre el asiento del auto, así no vería ni le verían los conductores.

Son doce rosas que hablaran por mi
son doce rosas que te gritan vuelve
y cada una significa un mes llorándote
son doce rosas que hablaran de ti
del gran amor que para mi tu eres
se que sientes lo mismo por mi
perdóname
sin ti no se que hacer


Los gritos volvían a ser parte de las canciones, nuevamente los pitos se esfumaron y con estos las canciones restantes. Así pasaron los minutos hasta que la lluvia cedió, con lo cual Úrsula volvió a encender el auto y partió al trabajo.