domingo, 29 de agosto de 2010

Mode Zombie



Mode Zombie

"Solo cuando olvidé la vida, comencé a vivir" Carlos Serrano

El reflejo del espejo ya no existe, ¿Quién será?, ¿Quién fue?, ¿Dónde está?

Tanto llega a cambiar la vida, que los sabores se vuelven monocromáticos, mientras los segundos marchan mas por constumbre que por devoción.

Ayer traté, pero no pude, no me salió, quería de verdad, te lo juro. Sin embargo, solamente me senté. Otra vez ahí, como siempre, sin hacer mucho, tratando de no pensar, pero eso sí no pude.
Uno puede dejar de vivir, de respirar, hasta de sentir, pero no de pensar, los puctos pensamientos siempre estarán.

¿Pa dónde se camina?
Ya lo quisiera saber, el camino es más largo cuando no se sabe a donde mismo se quiere ir...

"No quiero ser solamente yo mismo, también quiero ser lo que no soy" Clarice Lispector




No creo que era el mejor día para escribir algo en el blog, pero me lo prometí, ya no pienso dejarlo tan olvidado

domingo, 22 de agosto de 2010

Yaguarlocro de palabras

Simplemente por hablar


Desde hace algún tiempo este blog cambio, no fue intencional se hizo un poco mas abstracto diría yo. Me puse a revisar un chance la vida de la canica y encontré algunos post's de antaño en los cuales escribía full huevada. Así que como todo evoluciona, voy a seguir hablando huevadas como siempre, pero esta ves cn caché jaja, acá les dejo mi primer yaguarlocro de palabras (microrelato) inspirado en #cruela


Camino al trabajo


-Buenos días señorita Úrsula
-¿Qué tiene de buenos? mejor cállese y siga trabajando, ábrame la puerta; no ve que estoy con apuro.
¿Cuándo va a aprender? Cuántas veces le he dicho que el tiempo es dinero y el dinero es vida ¡carajo!
- Lo siento señora, no volverá a pasar:
¡Cómo que señora!, señorita; se-ño-ri-ta, ¿acaso ve que lleve puesto un anillo?. Muchos hombres han querido, pero ninguno, ninguno lo ha logrado.
Al terminar de hablar, recordó la frase que siempre se decía “soy mucho motor para tan poco camino”, expresión que mitigaba en parte, la desazón de sentir la soledad de su entorno, y así también el no ser “mujer de éxito completa”.
Bueno no me quite más tiempo Paulo -dijo alzando la voz- que mi tiempo es muy valioso caramba, usted no sabe el sinnúmero de actividades que debo que realizar en el trabajo, mientras usted está acá, matando la mañana, deseando los buenos días a la gente; que barbaridad, debería ocupar mejor el cargo asignado, ¿no le da vergüenza?, por qué no aprovecha y hace más, haga más.

Espero que sea la última vez que le veo con esa actitud, y que esta conversación le quede de lección, sino me veré obligada a hablar directamente con el administrador del condominio.
Antes de partir, giró su mirada directamente a los ojos de Paulo, esperando que éste le mostrara sus miedos, tal cual lo haría un niño pequeño frente a un doberman histérico. Pasaron algunos segundos y cuando se sintió satisfecha con la reacción del encargado de la torre 4, dio un respiro y con voz fulminante dijo – ¡Hasta luego! Saliendo hacía el parqueadero con la frente en alto y un maletín en cada mano.
Mientras se dirigía hacia el auto, su mente repetía, ¡qué buen día!, un lunes no podía comenzar de mejor manera, produciéndose una leve sonrisa en su rostro.

Ella tenía una rutina para todas sus actividades diarias. La de dirigirse al trabajo era una de sus favoritas, allí “se cumplían todos sus sueños”. Alguna vez, cuando alguien le preguntó sobre qué sentía cuando trabajaba, simplemente no pudo describir con palabras y las lágrimas de alegría fueron suficientes para contestar la respuesta.

Cuando llegó al auto, colocó en el baúl los 2 maletines -¿y por qué llevar 2 maletines?, solía preguntarse la gente -.
Según ella, la razón recaía en la exorbitante cantidad de trabajo, una sola computadora era insuficiente, haciéndole malgastar su valioso tiempo.
-¡Imposible! Le había gritado al gerente de Tecnología, cuando éste trató de persuadirla con la idea de que una sola computadora era suficiente. ¡Imposible! A diferencia de otros, yo si me juego la camiseta por la institución y si debo trabajar más para sacar adelante a la misma, lo haré como sea, así que o me das otra computadora, o tendré que comprármela con mi propio dinero, ¿no creo que sea muy bien visto que una Vicepresidenta tenga que hacer eso verdad…?-
Con esas palabras había conseguido su propósito. Ahora ubicaba milimétricamente ambos maletines en el baúl, a continuación sacó un par de zapatos blancos de suela de caucho y se dirigió a la puerta del conductor, la abrió y recorrió el asiento hacía atrás (todo lo permitido). Se sentó en el auto y con un gesto de tranquilidad, como si no pasara nada, se agachó hacia a sus pies con el fin de sacarse los zapatos de tacón alto y cambiárselos por los de suela de caucho.
El broche de uno de los zapatos de tacón alto se atoró, por lo que Úrsula debió, manteniendo la calma, trabajar con más rudeza para que éste cediera. Si bien el gesto de su cara era impecable y demostraba tranquilidad, el resto de su cuerpo se movía de un lado para otro, de tal forma que el auto comenzó a balancearse como si fuera un navío en una tormenta.
En el momento cuando los movimientos eran más abruptos y comenzaba a perder la paciencia, el vecino contiguo del parqueadero llegó con su auto. Úrsula se dio cuenta cuando éste ya había ingresado al parqueadero. En ese momento, ella no sabía qué hacer, se moría de la vergüenza, una Buendía no podía pasar una situación de esa naturaleza, así que bajo la cabeza; la colocó entre las piernas y esperó hasta que el vecino se alejara. Para colmo todavía no podía desabrochar el zapato.
Mientras seguía agachada decía; este inconveniente no será una dificultad, hoy comencé el día de la mejor manera y no pienso dejar que algo así me cambie el genio. Poco después se escucharon voces y puertas cerrarse.
Parece que ya bajaron del auto, mejor esperaré un momento más repitió.
Cuando pasaron 5 minutos, se incorporó y revisó si todavía había alguien en el parqueadero, y al no encontrar a nadie, volvió a agacharse y sin ninguna cautela se sacó de un tirón el zapato.
La ira se apoderaba de ella lanzó ambos zapatos hacía el asiento posterior del vehículo. Sin embargo, en ese momento se dio cuenta de su comportamiento. No podía permitirse que las emociones jugaran con ella, comenzó a contar hasta 10, levantando su rostro lentamente, y volviendo al gesto de tranquilidad y amabilidad que le caracterizaba. Finalmente con la mayor delicadeza se colocó los zapatos de caucho.

El exabrupto había ocasionado que derrame unas cuantas gotas de sudor, por lo que activó el aire acondicionado. Cuando todo volvió a la normalidad, sacó los guantes de cuero negro ( una talla menor a la que usaba, con el fin de sentir la presión al ponérselos y así verse obligada a rebajar esos kilitos de más), y con dificultad presionó para que cada mano se moldeara a la forma del guante. Finalmente acercó el asiento del conductor hasta que su barriga topó con el volante y estuvo lista para encausarse en el tráfico.


continuará..